Un iceberg que se desprendió de la Antártida en 2017 terminó de derretirse en las cercanías de la isla Georgia del Sur y liberó más de 150.000 millones de toneladas de agua dulce que podrían “alternar un ecosistema frágil”, informó este jueves un estudio de la revista Remote Sensing of Environment.
El A68, que pesaba un billón de toneladas y tenía superficie de unos 5.800 kilómetros cuadrados, dos veces mayor a Luxemburgo, se desprendió en julio del 2017 del témpano Larsen C, en el mar de Weddell, en el borde de la península Antártica, y empezó a ir a la deriva en dirección norte por una zona de influencia de la corriente del Labrador conocida como el Callejón de los icebergs.
Estuvo durante dos años en las aguas del mar de Weddell, ubicado entre las costas de la Península Antártica y Tierra de Coats, derivó su recorrido hacia el norte, adentrándose en el Atlántico.
Finalmente terminó de derretirse en las cercanías de la Isla Georgia del Sur en abril de 2021 y quedó hecho pedazos. Varios satélites lo habían rastreado desde el desprendimiento, pero abandonaron la tarea porque expertos aseguraron que no valía la pena seguir trazando su recorrido.
La investigación difundida esta semana advierte que «el volumen de agua desprendido por A68 vertida en un mar donde se alimentan focas, aves y ballenas, podría haber afectado las propiedades del agua y del plancton”.
Según lo publicado por la agencia AFP, “la pérdida del hielo polar en forma de icebergs que luego se derriten es un proceso natural, pero el calentamiento global contribuye a acelerarlo”.
A futuro, los investigadores esperan poder estudiar sobre “la trayectoria que toman los icebergs y cómo influyen en los océanos polares”, concluyeron.